El primer avión de pasajeros de medio alcance fabricado en China, el C919, surcó ayer por primera vez los cielos de la nación asiática sin incidentes. Con su éxito, este vuelo de prueba marca la entrada del país en una nueva era de la aviación y colma las ambiciones aeronaúticas de sus autoridades, que aspiran a poder desafiar en el futuro el duopolio de los gigantes de la industria, Boeing y Airbus.
El aparato, un bimotor blanco, azul y verde, despegó a las 14 horas local en medio de los gritos y aplausos de las miles de personas que se reunieron para presenciar el acontecimiento desde la pista del aeropuerto de Shanghai, un evento que retransmitió en directo la televisión nacional y que ha durado alrededor de hora y media. «¡Hoy es el día! ¡Hemos sido testigos del exitoso despegue!», declaraba emocionado Yang Chengxi, reportero de la cadena.
El ingenio volador es obra de la Corporación China de Aviación Comercial (Comac, en inglés), una empresa estatal fundada en 2008 con la misión específica de producir el primer avión de pasajeros comercialmente viable del país. Se espera que el C919, con capacidad para 158 pasajeros y una autonomía de vuelo de 5.550 kilómetros, pueda rivalizar con el B737 de la estadounidense Boeing y el A320 de la europea Airbus.
Sin embargo, los expertos aseguran que todavía quedan años –si no décadas– hasta que la aeronave china pueda rivalizar seriamente con las dos grandes, que por ahora son más fáciles de mantener. «Para Comac, será extremadamente difícil hacerse un hueco, ya que Airbus y Boeing tienen bien amarrado el mercado de los aviones comerciales, con un largo historial detrás y productos probados desde hace tiempo, en un sector en el que la credibilidad es crucial para convencer a los compradores», aseguró Shukor Yusof, analista del gabinete Endau Analytics.
Además, los reguladores de seguridad de Europa, Estados Unidos y otros países todavía tienen que certificar el avión chino, un proceso que puede llevar años pero que es necesario para que pueda comercializarse en el extranjero.
Aunque su fabricación y subida a los cielos ha supuesto todo un éxito para la industria nacional, lo cierto es que varios de los componentes principales de la nave son importados, como el tren de aterrizaje (alemán), los motores (franco-estadounidenses) o parte del interior (austriaco), por lo que algunos analistas aseguran que la afirmación de que el avión ha sido íntegramente fabricado por China es, cuanto menos, cuestionable.
La planificación para esta nave comenzó hace ya una década, pero diferentes problemas en su ejecución han ido retrasando su puesta de largo, en un principio prevista para 2014. Ahora, el aparato se ha convertido en una de las piedras de toque del plan made in China 2025, con el que Pekín aspira a convertirse en autosuficiente en muchos productos de alta tecnología para poder exportarlos luego también.
El Mundo – 06-05-2017